Aspectos previos a la adquisición de la lectura y la escritura

Como ya sabemos, es a través de la escuela que los niños aprenden a leer y escribir o, al menos, esa es una de las tareas de los profesionales del ámbito educativo.

Sin embargo, cada escuela tiene una metodología y podemos decir que existe una gran diversidad de formas de enseñar pero, lo que es común a todos, es la necesidad de que el niño aprenda lo antes posible.

Como profesionales de la logopedia, debemos decir que, leer y escribir no son actividades fáciles, más bien al contrario, es decir, se trata de unas actividades muy complejas y abstractas que sólo podemos realizar los seres humanos después de un aprendizaje exhaustivo.

Con esto lo que queremos decir es que, leer y escribir son actividades que no se aprenden de manera natural, como el lenguaje hablado, sino que requieren de un proceso largo y complejo.

Por otro lado debemos tener muy en cuenta que, la lectoescritura (LE) se inicia a partir de los 6 años, ya que, antes de este periodo, los niños todavía están en pleno proceso de maduración de todas sus capacidades, tanto las relacionadas con el lenguaje, como las visuales, auditivas, psicomotrices etc.

A menudo, podemos cometer el error de enseñar o insistir en que un niño menor de 6 años aprenda a leer oa escribir, sin ser conscientes de que, el hecho de querer instaurar en los niños estas actividades sin haber adquirido previamente unos prerrequisitos básicos para poder hacer este aprendizaje, es probable que, en vez de ayudar lo que estemos haciendo es instaurar unas habilidades alteradas.

Ya sea por metodología o porque nos encontramos en una sociedad que se mueve a «marchas forzadas», desde P3 invierte mucho tiempo en la instrucción de la preescritura, de modo que, lo que estamos haciendo es privando a nuestros niños de una necesidad de libertad y de estimulación imprescindibles en su desarrollo.

Como ya hemos comentado, el proceso de la LE es muy complicado y es necesario que, las competencias previas a este proceso estén bien integradas.

Las competencias imprescindibles para aprender a leer y escribir, entre otros, son:

  • Motivación
  • Lenguaje oral
  • Pensamiento
  • Representación gráfica, cuerpo / espacio.

 

En primer lugar haremos referencia a la motivación, sin la cual es muy difícil realizar una determinada tarea o actividad. Es precisamente la motivación la que nos ayuda a tener ilusión y ganas de conseguir metas.

 

Según L. Morgado, «todo aquello que produce emociones activa el cerebro y la memoria», por tanto, activa y solidifica el aprendizaje.

Para conseguir que nuestros niños estén motivados, podemos utilizar diferentes recursos adecuados a la edad de cada uno de ellos.

En primer lugar, la manera en que el niño aprende de manera sencilla y lúdica es mediante el juego.

Sin embargo, en los inicios este juego debe ser interactivo, es decir, el niño no aprende a jugar solo, sino que necesita de un adulto que haga de modelo, el cual él repetirá tantas veces como necesite hasta que sea capaz de hacerlo solo.

No debemos olvidar que, a través del juego los niños son capaces de expresar sus pensamientos y sentimientos. Es una de las formas básicas para empezar a producir lenguaje oral y una serie de valores y actitudes como son;

  • Aprender a dialogar
  • Aprender organizarse
  • Resolver problemas
  • Aprenden normas
  • Ayuda al autocontrol de la frustración.
  • Elabora emociones …

Por otro lado tenemos los cuentos, los cuales ayudan al niño a entender el mundo que le rodea, a hacer correr la imaginación y ayuda, sobre todo, a adquirir un amplio nivel de vocabulario y de elementos lingüísticos.

Las canciones también son importantes en el desarrollo y adquisición del lenguaje, ya que trabajan el ritmo y la entonación, y el hecho de contener metáforas, rimas y otros elementos, hacen que el vocabulario que se va adquiriendo, cada vez sea más rico.

 

Otro aspecto importante y fundamental en relación a la adquisición de la lectoescritura es el lenguaje oral, el cual es innato, es decir, el niño lo aprende de manera casi automática, siempre y cuando se desarrolle en un ambiente comunicativo y lleno de estimulación.

Sin embargo, aprender a hablar no siempre es tan sencillo como pueda parecer, sino que, para llegar a desarrollar e integrar lenguaje, es muy importante el papel del adulto y de las personas que rodean al niño. En primer lugar, el niño emitirá sonidos a los que el adulto debe dar un significado y, debe ser el adulto, que dé el modelo correcto al niño para que éste pueda imitar tantas veces como sea necesario para que, finalmente, pueda integrar esa palabra.

Esto, no sólo se ha dar en el ámbito familiar, sino que es muy importante que esta conexión también se dé en la escuela, potenciando la relación niño-maestro, el diálogo niño-adulto y la comunicación con los iguales.

Relacionado con esto tenemos la percepción auditiva, sin la cual el niño no podría integrar ningún tipo de vocabulario, ya que, primeramente, los sonidos llegan al oído que, por otra parte informa sobre el orden correcto de las palabras y sonidos, la melodía, el ritmo etc.

Pero no debemos olvidar que, tan importante como esto es la praxis, es decir, la capacidad de articular o movilizar correctamente el conjunto de órganos del habla (OBF), ya que, esta información propioceptiva de los sonidos de la lengua, junto con la percepción auditiva, ayudan a consolidar el sistema fonológico y esto es imprescindible para conseguir una correcta asociación sonido-grafía.

Teniendo en cuenta todos estos aspectos, es muy importante destacar la necesidad de trabajar el diálogo, la conversación, así como enseñar a escuchar, razonar, explicar o describir hechos y acontecimientos cotidianos que ayudarán al niño a adquirir un vocabulario rico y le permitirá estructurar el su discurso.

Otro pilar importante en la adquisición de la LE es el pensamiento, imprescindible para poder expresar sentimientos, vivencias, hechos y todo lo que el niño tiene a su «almacén» léxico y que exteriorizará a través del lenguaje, tanto oral como escrito.

Por último tenemos la representación gráfica, que está relacionada con la capacidad del niño para representar la información auditiva mediante los grafemas.

No obstante, para conseguir hacer esto sin dificultades, el niño primero debe tener muy integrada la capacidad simbólica que le permitirá representar formas cada vez más abstractas y arbitrarias. Por ello, es muy importante utilizar el juego, y sobre todo el juego simbólico, como un medio de aprendizaje infantil.

Llegados a este punto, debemos hacer referencia a las habilidades motrices que deben tener integradas a los niños para llegar a hacer unas grafías concretas y precisas. Para lograr esto, primero deben ser capaces de dominar su cuerpo, desplazamiento, la relación con el espacio y conocer y diferenciar relaciones espaciales como, cerca, lejos, encima, debajo, derecha, izquierda etc. Y tener una coordinación precisa del cuerpo con los objetos.

En los inicios de la escritura, el trazo de los niños será amplio pero, poco a poco, se irá reduciendo y permitirá un mayor control segmentario del brazo, manos y dedos. Por este motivo es interesante y recomendable que el trazo se empiece a hacer primero con la mano y luego con los dedos, que permitirán integrar muchas sensaciones para después pasar a coger un lápiz de manera progresiva. Es importante no olvidar que el gesto gráfico o la capacidad de escribir requiere de un proceso evolutivo complejo resultado de un movimiento voluntario del brazo y la mano pero, por otro lado, se trata de trazos que tanto pueden ir de arriba bajo, como horizontales como de izquierda a derecha.

Por ello, es imprescindible que nuestros niños tengan integrados todos los prerrequisitos comentados anteriormente para evitar posibles dificultades derivadas de posibles disfunciones o de funciones mal integradas y, al mismo tiempo, evitar posibles frustraciones de niños que presentan dificultades en este proceso tan complejo como es la adquisición de la Lectoescritura.

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