La importancia de la escuela en el desarrollo del lenguaje
La escuela es el contexto en el que tiene lugar el desarrollo del lenguaje y la socialización para la mayoría de los niños, más allá de los primeros años de vida. Las primeras etapas del lenguaje se adquieren en el contexto familiar preferentemente y, a partir de los 4 años aproximadamente, el niño se desenvuelve además en otro entorno de características muy diferentes al familiar, que es la escuela. En ese momento, el niño presenta un lenguaje todavía en evolución, pues gran cantidad de aspectos del lenguaje expresivo relativos a la fonología, sintaxis, semántica (conceptos tempo-espaciales, de cantidad, etc.), léxico (vocabulario), usos y funciones comunicativas siguen en proceso de adquisición o, quizá mejor, de ampliación y perfeccionamiento. Esto ocurre también en el campo de la comprensión del lenguaje, ya que el niño cada vez es más capaz de comprender narraciones de longitud y complejidad crecientes.
Durante esta nueva etapa, los niños experimentan un mundo diferente al incorporarse a la escuela, diferenciando entre los niveles de habla formal e informal, resaltando las normas de corrección y la función socializadora del lenguaje. El entorno educativo les presenta así una variedad de estilos de lenguaje relacionados con las diversas actividades. Ahora deben aprender distintas destrezas lingüísticas, como descripciones de láminas, oraciones de solicitud (por ejemplo, “¿puedo ir al baño?”) utilizando un lenguaje más formal y menos coloquial, hablar sobre las cosas que hacen, intercambiar preguntas y respuestas con los maestros y compañeros, etc.
Todos estos aspectos del desarrollo lingüístico que van a tener lugar durante el período escolar deben ser considerados como apartados o temas integrantes del currículum escolar, pues de estos aspectos dependerá el correcto aprendizaje de las distintas materias en la etapa educativa. Los contenidos de la escuela se programan con lenguaje, se interactúa básicamente con lenguaje y finalmente se almacenan los resultados de las experiencias allí realizadas, también con lenguaje. Así pues, la tarea del maestro debe ser semejante, en parte, a la que realizan los padres en las primeras etapas de la adquisición del lenguaje: deben ser capaces de ampliar y potenciar gradualmente los aspectos de comprensión y expresión lingüísticas, favoreciendo un mejor dominio de esta herramienta básica para la comunicación y el aprendizaje.
Debemos entender que, cuando un alumno o un conjunto de alumnos no han desarrollado sus capacidades de comunicación y lingüísticas al nivel requerido para enfrentarse, mantener o expandir determinados aprendizajes escolares, puede iniciarse entonces un proceso de fracaso escolar o de catalogación del alumno. Es por esta razón que la escuela y el logopeda comparten, junto con la familia, la responsabilidad de sentar las bases para que las alteraciones de la comunicación y el lenguaje que se desarrollan y evidencian en la institución escolar sean detectadas a tiempo y se den los primeros pasos para su posible solución.
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