Se denomina rotacismo a cualquier defecto en la articulación del fonema r simple (oro, cara) o r múltiple (carro, ratón), ya sea por omisión, por o distorsión (erre gutural).
La «r» es una de las letras más difíciles de adquirir y por ello, es una de las últimas en aprender a pronunciar, suele adquirirse completamente (r fuerte y trabadas) a los 5-6 años. Pasada esta edad debe corregirse lo antes posible, ya que cuanto más tarde se empiece la rehabilitación, más tiempo se necesitará para la misma. En el caso de la /r/ simple convendría iniciar su tratamiento a los 4-5 años.
El sigmatismo es un tipo de dislalia caracterizado por un defecto en la pronunciación de las palabras que contienen el sonido “s”, en algunos casos por la exagerada pronunciación del fonema que ocasiona una especie de silbido (ceceo) y/o por su sustitución o distorsión del mismo.
Este problema es muy común durante el cambio de dentición (4-6 años) pero se supera rápidamente con la práctica, antes de esta etapa (3 años) también es normal observar esta dificultad en su lenguaje, pero si a los 4 años el niño aún no ha iniciado el cambio de dientes y ya presenta esta dificultad es necesario trabajarla con ayuda de un logopeda.
También debemos tener en cuenta las variantes idiomáticas donde estas sustituciones o distorsiones se dan de forma natural, y asegurarnos de que ésta es la causa y no la incapacidad de pronunciar el fonema en sí.
En ambos casos dichas dificultades pueden producirse por alteraciones físicas; existencia de frenillo lingual corto que dificulta la elevación del ápice lingual; presencia de paladar ojival (más elevado y estrecho), por lo que la persona no puede apoyar correctamente la lengua en él y/o hipotonicidad y/o falta de control de los órganos bucofonatorios (labios, lengua, músculos maseteros, etc.).
De igual manera, si a nivel funcional hay una falta de fuerza y coordinación en el soplo, maloclusión dentaria o mal posicionamiento de la lengua (adelantada y/o tocando/sobrepasando los dientes) también puede producirse dificultades de articulación.
Intervención logopédica en rotacismo y sigmatismo
Como ya se ha dicho anteriormente el logopeda debe realizar una valoración exhaustiva para poder determinar si es necesaria la intervención logopédica y, en caso afirmativo, poder establecer el mejor tratamiento. Para ello debemos valorar:
- Discriminación auditiva.
- Características anatomofuncionales de las estructuras orolinguofaciales: observación de las estructuras (lengua, labios, paladar blando y duro, amígdalas, frenillos, dentición y oclusión), su tonicidad, movilidad y control. Así como la presencia de hábitos orales inadecuados (succión digital, uso prolongado del biberón o chupete, onicofagia, etc.) que pueden conducir al desarrollo de maloclusiones y desequilibrios musculoesqueléticos de las estructuras orolinguofaciales.
- Patrón respiratorio: observar modo (nasal, oral o mixto), tipo (completo, superior o clavicular, abdominal), ritmo y amplitud.
- Permeabilidad nasal: Prueba de Glatze.
- Funcionalidad respiratoria: Prueba de Rosenthal.
- Patrón deglutorio. Hasta los 4-5 años suelen presentar un patrón deglutorio infantil. Pasada esta edad podríamos empezar hablar de deglución disfuncional.
- Características de la voz: observar intensidad, altura tonal, timbre y resonancia.
- Lenguaje, haba y comunicación: valorando los aspectos semánticos y morfosintácticos, fonético-fonológicos y pragmáticos, la fluidez y la lectoescritura (en trastornos fonológicos).
Tras la valoración, en caso de que el tratamiento sea necesario deberá centrarse en:
- Concienciación por parte de la familia y el niño para conseguir una mayor predisposición y colaboración por su parte.
- Eliminación de los hábitos orales inadecuados ya que actuaran como obstáculos en el tratamiento y sin su eliminación no se conseguirá la automatización y generalización al habla espontánea.
- Fomento de la integración del esquema corporal de la zona orofacial para que el niño logre un mayor conocimiento, propiocepción y control voluntario de las partes de sistema estomatognático. Así como la ejercitación de la musculatura orofacial.
- Enseñanza directa y explicita del punto y modo articulatorio del sonido alterado comenzando con el sonido aislado, pasando a la articulación en sílabas (directas, inversas, complejas), palabras y frases. Hasta su automatización al lenguaje espontaneo.
Para ello se tendrán en cuenta siempre los interese del niño y se realizarán las actividades de forma lúdica y llamativa, realizando:
- Ejercicios de relajación.
- Ejercicios de respiración y soplo.
- Ejercicios para favorecer la movilidad, fuerza y coordinación de la musculatura orofacial (praxias).
- Ejercicios de discriminación auditiva (si fuera necesario).
- Ejercicios de repetición del fonema en cuestión, en todas sus posiciones, de forma aislada, en sílabas, palabras y frases.
Pautas y consejos para trabajar el rotacismo y el sigmatismo desde casa
La familia es el espejo en el que se reflejará el niño para desarrollar el habla y el lenguaje por ellos es importe tener en cuenta algunas consideraciones para ayudar/facilitar que éste sea correcto. Debemos aprovechar las interacciones cotidianas y los usos del lenguaje del entorno natural.
- Háblale lentamente, con entonación normal y pronunciación clara. Utilizando un vocabulario adecuado a la edad del niño enmarcado en frases sencillas y cortas.
- Evitar repetir las palabras mal articuladas por el niño, aunque sean graciosas, esto reforzará su articulación errónea. No refuerces el lenguaje infantilizado utilizando sus propias expresiones (qué potito – qué bonito). En vez de ello, debemos ofrecerle el modelo correcto.
- Eliminar el uso de chupete y de los biberones, si es el caso. Favorecen las degluciones atípicas, los modelos erróneos de respiración y las imprecisiones articulatorias.
- Ejercitar la musculatura a través de la ingesta de alimentos sólidos.
- Enseñarle a sonarse y si respira por la boca o ronca llevarle al otorrino para descartar
- Realiza ejercicios de relajación, de respiración y soplo y ejercicios para favorecer la movilidad, fuerza y coordinación de la musculatura orofacial (praxias).
- Sigue su foco de atención, céntrate en lo que está viendo el niño/a y aprovecha para hablar sobre ello (aportando datos, comentarios sobre lo que sucede).
- Procura que disfrute escuchando: con objetos sonoros, buscando de dónde proceden los sonidos del medio (camión que pase, onomatopeyas…) cántale canciones infantiles, cuentos sencillos…
- Proponer a los niños/as situaciones comunicativas para favorecer su expresión oral (cantar canciones infantiles, contar cuentos, memorizar refranes, adivinanzas, pequeñas poesías, juegos de palabras, etc.)
- No le corrijas directamente, ni le pidas que repita cuando lo dice mal. Es mejor el uso de expansiones, extensiones e incorporaciones, dando el modelo correcto, o el uso de autoconversaciones o habla paralela mientras narramos lo que estamos haciendo.
- Puedes acompañar algunas emisiones con lenguaje corporal facilitador, gestos faciales,
asentimientos… para facilitar su comprensión.
- Eliminar las preguntas excesivas, interrupciones y exigencias de hablar. Las preguntas hacen que el niño necesariamente tenga que emitir una respuesta, lo que aumenta la exigencia de la situación comunicativa.
- Ayuda a que intente expresar sus pensamientos y sus deseos mediante el lenguaje. Hacer comentarios sobre lo que sentimos y explicarlo de forma natural. Si no sabe pedir o expresar lo que quiere con lenguaje oral, nosotros lo verbalizaremos por él expresando las frases de forma sencilla, pero bien formada.
- Deja que el niño/a diga las cosas por sí mismo: dale tiempo para preparar sus emisiones lingüísticas cuando le hacemos alguna pregunta. Si vemos que aún no sabe decir la respuesta, verbalizarla nosotros por él. Debemos ser pacientes y no impacientarnos por una respuesta rápida. Sin adelantarse ni concluir las palabras o frases que a él le cuesta decir.
- Mantener contacto con personas ajenas a su entorno familiar (adultos y niños de su edad). Intentarán hacerse entender y mejorar poco a poco su articulación.
- Demostrarles confianza, ofrecerles seguridad y motivarles constantemente porque, a veces, pueden sentir cierta ansiedad o desánimo.